VICTORIA ROMERO
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Más de veinte años acompaña a su esposo “el Chacho Peñaloza” empuñando una lanza, montada a caballo y vestida de ropas masculina. En una de las batallas, por defender a su esposo, recibe un lanzazo que le marca la cara desde la frente a la boca, desde ese momento siempre lleva su rostro tapado con un velo, pero jamás se alejará de la batalla. Cuando asesinan al Chacho, cortan su cabeza y la exponen sobre una pirca en la plaza del pueblo, Victoria es obligada a barrer la plaza diariamente a fin de “concientizarse” sobre lo que no se debe hacer. La orden de tan aberrante castigo provino de parte del “padre del aula”, Domingo Sarmiento.
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